Las decisiones de compra que tomamos no son 100% racionales… Nos mueven las emociones, todo lo que entra a través de nuestros sentidos influye de manera significativa en ese proceso, te contamos como…
Las marcas lo saben y es más, lo potencian; buscan hacerse inolvidables, que no solo se recuerde su producto, si no que lo elijas, lo compres e incluso y ¡Lo busques!
Este es el reto del marketing sensorial:lograr un posicionamiento mejor en la mente del consumidor, creando momentos especiales y logrando estimular emociones.
De hecho, en el momento que el cliente recibe información mediante los cinco sentidos la marca se mantiene durante más tiempo en su top of mind.
Lo sabemos pero ¿Tenemos claro cómo plasmarlo?
Según un estudio de Forrester Research, las compañías que trabajan la experiencia de compra del cliente aumentan sus ventas en un 14%.Y ¿Cuáles son las estrategias sensoriales más utilizadas?
El 75% de las emociones nos llega a través del olfato
El marketing olfativo es una de las más efectivas – el 75% de lo que sentimos llega a través del olor- tanto para mejorar la productividad y las condiciones de trabajo de la empresa, como para posicionar una marca o incitar a comprar al consumidor. Sin embargo, cuando estás delante de un producto, o éste te llega, la primera impresión que recibes viene del packaging: su peso, su tacto, sus formas, su presencia… Y la necesidad de responda a la esencia de la marca.
Lo que hace que un producto se vuelva irresistible a nuestros ojos es que sea capaz de evocarnos una experiencia sensorial integral:
- Qué sea coherente: indispensable pensarlo bien, cuidar los detalles, plasmar los valores de la marca y generar empatía con el consumidor. Es el primer paso porque el packaging que transmite el valor que das al producto, así que tiene que ir en sintonía con la esencia de marca. Debe generar una experiencia de compra mucho antes de que ésta se materialice.
- Que sea emocional, lo que nos hace sentir no se olvida: tocarlo, olerlo, vivirlo… Para que un producto se vuelva inolvidable pasa porque sea muy especial para nosotros y eso no depende exclusivamente de la calidad del mismo, si no más bien de cómo percibamos esa calidad: qué sensaciones nos provoque, qué solución nos aporte… Todo debe transmitirse. Y eso abarca a todos los aspectos del producto: imagen de marca, utilidad, innovación, etc…
- Que sea aspiracional. Qué mejor que sentir que ese producto nos puede cambiar o mejorar la vida. Tenemos que ir más allá, no solo en lo que nos hace sentir si no en cómo nos gustaría que nos hiciera sentir. Debe evocarnos, transmitirnos y hacernos aspirar a momentos especiales con él en la mano -esto sucede sobre todo con los perfumes y los productos de lujo- y que esa sensación se repita.
- Que sea comprometido. La sostenibilidad, la responsabilidad social, los valores, el respeto por el entorno… El 80% de los consumidores ya se plantean otra forma de consumir más responsable, sostenible y coherente y donde los sentidos y las emociones influyan. Este dato, del último estudio de sobre Nuevos Hábitos, pone de manifiesto cómo los valores importan, determinan y nos inspiran. Ya no nos conformamos con un producto sin más, queremos sentirnos identificados con él, contribuir, implicarnos… compramos valores.
Y, por supuesto, que nos enamore…
¿Has experimentado algunas de estas sensaciones de alguno de tus productos favoritos? ¡Cuéntame!
Deja una respuesta